jueves, 7 de mayo de 2009

PM dispersó a opositores con perdigones y "gas del bueno"


La oposición no logró marchar hasta Parque Carabobo, como estaba previsto, por el Día de Trabajador. Cuando el grueso de la concentración estaba aún frente a la estación Bellas Artes del metro de Caracas esperando la salida fueron dispersados, como ordenó el presidente Chávez contra los estudiantes, con perdigones y "gas del bueno" por una avanzada de motorizados de la Policía Metropolitana (PM) con el respaldo de dos camiones lanza agua (Ballenas).


Minutos antes, a las 11:27 a.m., un grupo de estudiantes con franelas de AD junto a un nutrido grupo de personas marcharon decididamente hasta la muralla de efectivos de la PM instalada a unos metros de la sede de la Fiscalía General de la República bajo el grito "¡Pa' la Asamblea!". Apenas un pequeño forcejeo fue suficiente para desatar la furia policial, que sin miramiento alguno lanzó bombas lacrimógenas y perdigones a diestra y siniestra. Ni la caída de personas mayores, vencidos por la asfixia, los contuvo.


A partir de ese momento, la avenida México fue un pandemonio. Algunos optaron por refugiarse en los locales comerciales, otros en la estación del metro, y al resto no le quedó más remedio que escabullirse por las calles adyacentes.


"¡Malditos, hijos de p... algún día lo pagarán!", gritó con el alma una dama cuya madre era atendida por lo bomberos. Fueron las personas mayores las principales víctimas de la arremetida. Sus piernas y pulmones sintieron el rigor de las escaramuzas.


Sin embargo, algunos guapearon y pese al rostro enrojecido se mantuvieron en pie. "Esto es una dictadura. Estamos siendo atacados salvajemente, mientras los chavistas caminan libremente y tomando caña. Acaso el país es sólo de ellos", exclamó José Montañez.


La orden fue acabar con la concentración, y los PM la cumplieron a cabalidad. Los motorizados se encargaron de regalar perdigones a todo ser humano atravesado en su mira. Tanto fue el despligue de fuerza que un oficial, vía radio, exigió el uso de la Ballena y que cesaran los disparos de perdigones y de bombas lacrimógenas.


Desde el cielo, dos helicópteros monitorearon la huida de los opositores que al final pudieron escapar del asedio.



Gustavo Méndez

EL UNIVERSAL

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